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Lo único que me dijo fue que quedaría embarazada y que iba a tener un hijo. Me dijo que no debo tomar vino ni cerveza ni tampoco comer alimentos impuros porque mi hijo será un nazareo dedicado a Dios desde antes de nacer hasta el día en que muera».

Entonces Manoa hizo una oración al SEÑOR y dijo: «Te ruego Señor que traigas de nuevo a ese hombre de Dios. Haz que él nos enseñe lo que debemos hacer por ese niño que pronto va a nacer».

Dios escuchó la oración de Manoa. El ángel del SEÑOR volvió a aparecerse a la mujer cuando ella estaba sentada en el campo, pero Manoa no estaba con su esposa.

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